Adrianyela Contreras, una migrante venezolana, llegó a México en septiembre de 2024 junto a su hija de dos años luego de haber caminado por semanas y cruzado el peligroso tapón del Darién.
Allí, intentó por cinco meses conseguir una cita para entrar legalmente a Estados Unidos como solicitante de asilo, pero el 20 de enero su plan se vino abajo.
Debido a una de las órdenes ejecutivas que firmó Donald Trump en su primer día como presidente, la aplicación para pedir citas en el puesto de control fronterizo dejó de operar y las que estaban agendadas fueron canceladas.
Cruzar de forma irregular tampoco era una alternativa para ella. “Si llegabas a la frontera, obviamente te iban a coger y te iban a deportar a Honduras o Guatemala”, señala Adrianyela.