Pedimos a Dios que regresen con bien: familias de pescadores

Hoy 182 familias despidieron y desearon la mayor de las suerte a los tripulantes de los barcos camaroneros que zarparon a la mar tras cuatro meses y medio de estar en veda, la escollera de Miramar, fue el último punto donde se vieron a lo lejos, mientras navegaban en sus embarcaciones antes perderse en lo profundo del azul del Golfo de México.

Con carpas, sombrillas y sillas de playa, bancos, la idea era estar cómodo, para cuando llegara el momento de ver pasar los barcos con sus esposos, hijos, nietos, sobrinos, arriba, todos dedicados a la actividad pesquera, pidiendo a Dios que los lleve y los traiga con bien, del mar a la tierra y volverse abrazar tras una buena pesca.

“Vengo a despedir a mi hijo que es su primera vez que sale a pescar junto a su tío, le deseo buen viaje y que Dios me lo cuide, que me lo traiga de vuelta y que pesquen mucho”, así lo dijo entre lágrimas la señora Socorro, quien invalida de la nostalgia despedía a su Armando, el mayor de los tres hijos que tiene.

A lo largo de la escollera desde él obelisco a los marinos caídos y hasta la pluma de acceso, se oía el júbilo de las familias quienes rezaban, reían, lloraban y gritaban, las emociones eran muchas, pero había un solo deseo el que lleguen bien a su destino y que estén de vuelta en casa.

No importo el calor, los intensos rayos del sol desde niños hasta adultos mayores se concentraron, sin guardar la sana distancia, en ese momento solo existía un sentimiento, el dejar ir a su ser querido mar adentro, ante las adversidades que en ese desolado mundo marino pudieran suceder y provocar una tragedia, pues no es fácil, pasar 30 días a la deriva, donde no hay tierra firme, donde solo los acompañan el sol y la luna.

La mayoría de los pescadores son de la colonia Morelos, el Cascajal y Vicente Guerrero, de Tampico, todos ellos que se dedican a la pesca integran a más de diez mil familias del sur de Tamaulipas que viven de esta actividad.

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