Europa, con Italia a la cabeza, empezó hoy a levantar parte de las restricciones que impuso a millones de habitantes para frenar la propagación del coronavirus, pero otras regiones como América Latina sufren de lleno el embate de la enfermedad.
Las autoridades italianas aligeraron el confinamiento con la esperanza de reactivar una economía que el coronavirus dejó por los suelos.
Pero se trata de una apertura muy prudente: nada de comercios minoristas, ni de bares o restaurantes, a no ser que vendan comida para llevar, se fomenta el trabajo a distancia, no habrá reuniones familiares, aunque se podrá ver a los parientes que vivan en la misma región, se mantiene el distanciamiento físico y social, incluso en el transporte público, quedan prohibidos los pícnics en los parques.
Las autoridades siguen preocupadas por el riesgo de una segunda ola, y no son las únicas. “Las nuevas reglas son más bien vagas. Me temo que para muchos será una excusa para hacer lo que les parezca e ir a ver a todo el mundo, primos, novias…”, comenta Alessandra Coletti, una profesora de 39 años.