En el aeropuerto de Ciampino, en Nápoles, se juntaron unas decenas de aficionados para recibir una tarde de agosto al que se convirtió en el fichaje más caro de la entidad napolitana: un mexicano que se cansó de romper las redes en Holanda y que generó una expectación inmediata entre los seguidores ‘azzurri’: Hirving Lozano comenzó así una nueva aventura, que no tardó mucho en pasar a pesadilla.
“Chucky” dejó al PSV Eindhoven luego de dos temporadas y 34 goles en 60 partidos de Liga a cambio de 42 millones de euros, cifra récord para el Nápoles. Era un ferviente deseo de Carlo Ancelotti, quien desde que lo vio de cerca en el Mundial de Rusia al ser comentarista de una televisora mexicana, pidió su fichaje.
La expectativa y lo generado por Lozano, tanto por su costo como por lo que hizo en Holanda, fue inmediata. La afición napolitana lo recibió con los brazos abiertos y la primera respuesta del mexicano fue un gol para el recuerdo frente a la Juventus en su debut, con lo que, además, acrecentó una tendencia muy suya de marcar en cada primera presentación con un equipo. Lo hizo en Pachuca, en PSV y con la Selección Mexicana en su primer duelo oficial.
Hasta ese momento, todo parecía caminar por ese sendero que “Chucky” acostumbraba, gracias a su ímpetu y descaro que siempre le han caracterizado.
Ancelotti tomó una decisión que desde el principio marcó a Lozano y fue el colocarlo un poco más en el centro y adelantado para actuar como referencia en el ataque, lejos de las bandas por donde siempre sobresalió. Si bien funcionó en su primer juego, con el paso de los días, se presentarían las complicaciones. El cambio empezaba a surtir efectos.
Pese a estar, al menos territorialmente hablando, más cerca de la portería, la realidad es que se alejó más de los goles y de las actuaciones sobresalientes que acostumbraba en Holanda, con su Selección y hasta cuando se dio a conocer en México con el Pachuca.
“Lo veo muy bien, es verdad que no ha marcado muchos goles, pero no es lo que le voy a pedir a él, a él le pido trabajo, velocidad y jugar para el equipo, siempre lo ha hecho muy bien. Todas las veces que Hirving ha jugado, el equipo ha jugado a bien”, explicó “Carletto” en noviembre pasado, luego de casi tres meses de competencia en los que “Chucky” apenas llevaba dos goles, misma cifra que mantiene en la actualidad.
Lozano pasó de anotar un gol en Liga cada 286 minutos en el PSV a uno cada 360 en el Nápoles. Sus ocasiones de peligro también bajaron y tampoco ayudó mucho la situación de su club, que incluso debió prescindir de los servicios de Ancelotti, luego de estar en la media tabla de la Serie A.
Fue ahí cuando llegó el segundo problema para el mexicano. Se fue el entrenador que tanto pidió por él y llegó uno nuevo que traería consigo sus propias ideas y su plan con el equipo, uno en el que Lozano simplemente dejó de figurar hasta como elemento de cambio.
La muestra está en que en los 15 partidos dirigidos por Gattuso en todas las competencias, “Chucky” apenas ha disputado 135 minutos o lo que es igual, el 10 por ciento de todos los minutos con el exjugador del Milan al frente del banquillo.
“Lozano está trabajando y yo debo ser capaz de impulsarlo para que siga trabajando así. No tengo nada contra de él, simplemente tomo las decisiones. Sé que ‘Chucky’ está sufriendo porque no está jugando”, se atrevió a responder Gattuso ante el poco tiempo que le brinda al jugador en el campo.